(23/NOV/1968) Divino Discurso de Bhagawan Sri Sathya Sai Baba: «Den el don al dador»

Bhagawan Sri Sathya Sai Baba Avataram

Esta es una vasija; esto es paja; esto es una casa; esto es una pared; eso es una jungla; eso es una colina; esto es el suelo; esto es el lago; esto es el fuego; esto es el viento; esto es el cielo; esto es el hacedor del día; esto es la luz de la noche; éstas son las estrellas; éstos son los planetas; esto, lo inerte; esto, lo vital; esto es él; aquello es su persona; éstos son, todos, distintos de mí; este mundo material está separado de mí, de modo que yo, como testigo, conozco todo esto y lleno a cada uno con el principio de la existencia sin la ayuda de ningún proceso disciplinario, pues estoy por encima y más allá de todo esto.

Éste es un momento auspicioso en la historia de la India, cuando ustedes tienen la oportunidad de comprender las verdades expuestas en las escrituras de esta tierra y los ideales que están incorporados en los modos de vida prescritos por los códigos establecidos en ellas. Para que puedan lograr la única meta de la vida humana, es decir, la de realizar lo divino y volverse divinos, el Eterno se ha limitado y ha venido en esta forma humana. Viene para revelar de nuevo los ideales de las escrituras y restablecerlos entre los hombres. Por supuesto, es difícil para aquellos que no están familiarizados con las escrituras poder captar el misterio de este advenimiento.

Puedo decirles, no obstante, que los cinco elementos (el éter, el aire, el fuego, el agua y la tierra) han sido creados por la voluntad del Supremo. Tienen que ser usados cada uno con cuidado reverencia¡ y un vigilante discernimiento. El uso temerario de cualquiera de ellos sólo revertirá sobre ustedes con un tremendo daño. La naturaleza externa debe ser utilizada con cuidado y reverencia; así también su naturaleza interior, sus instrumentos internos. De éstos, dos son capaces de hacer tremendo daño: la lengua y el sexo. Puesto que el sexo es despertado y excitado por el alimento consumido y las bebidas ingeridas, la lengua necesita una especial atención. Mientras que el ojo, el oído y la nariz sirven de instrumentos de conocimiento acerca de una característica particular de la naturaleza, la lengua es capaz de servir a dos fines: para juzgar el sabor y para pronunciar palabras, símbolos de comunicación. Deben controlar la lengua con doble cuidado, puesto que puede hacerles daño de dos maneras.

Sin el control de los sentidos, la práctica espiritual es inefectiva; si los sentidos son dejados en libertad, es como guardar agua en una vasija llena de huecos. Patanjali, el celebrado autor de los Yoga Sutras, dijo que si se domina a la lengua, la victoria es un hecho. Cuando a la lengua se le antoja alguna exquisitez, asegúrense de que no van a complacer sus caprichos. Los monjes y dignatarios monásticos en esta tierra han caído presa de la lengua y son incapaces de dominar sus antojos; llevan los trajes del renunciamiento pero ansían sabrosas comidas y así traen el descrédito sobre su orden monástica. Si persisten en darle alimento sencillo que no es sabroso ni picante, sino muy nutritivo, la lengua puede protestar por algunos días, pero pronto lo aceptará contenta. Ésa es la manera de someterla y superar las maléficas consecuencias de que ella sea nuestra ama. Puesto que la lengua es igualmente insistente con respecto a la maledicencia y las habladurías morbosas, deben también dominar esta tendencia. Hablen poco, hablen dulcemente; hablen sólo cuando hay una necesidad apremiante, hablen sólo a aquellos a quienes deben hablar; no griten ni levanten la voz con ira o excitación. Tal control mejorará su salud y su paz mental. Llevará a mejores relaciones públicas y menos participación en los contactos y conflictos con los demás. Puede que se rían de ustedes llamándolos «aguafiestas», pero habrá suficientes compensaciones para ustedes. Conservarán su tiempo y energía y podrán darle mejor uso a sus fuerzas. Pueden tomar éste como mi mensaje especial de cumpleaños para ustedes: Controlen su «gusto», controlen su habla.

Ésta es sólo una parte del programa más amplio de control de los sentidos. Su devoción a Dios se expresa mejor logrando el control de los sentidos, pues ellos se apresuran hacia lo temporal y lo barato y con eso manchan el corazón. No exijo de cada uno de ustedes ningún otro don, ninguna ofrenda más valiosa que el corazón con el cual los he provisto. Denme ese corazón igual de puro como cuando yo se lo di, lleno del néctar del amor con el cual lo llené.

No se regocijen porque éste es el día en que se manifestó este cuerpo por medio del nacimiento hace cuarenta y tres años; el nacimiento y la muerte son incidentes inevitables en el curso de las envolturas físicas. El valor es juzgado por lo que sucede en el intervalo; eso es por lo que uno debe regocijarse. Utilicen este periodo para el progreso del espíritu.

Hay tres líneas por las cuales el esfuerzo debe dirigirse: 1) los ejercicios y la disciplina espirituales, 2) el cultivo del desapego y 3) el desarrollo de la confianza en nuestro propio ser. Sin estos tres, la vida es un viaje tedioso y desperdiciado en arenas estériles. Ríndanse, renuncien; ésta es la virtud que necesitan para el progreso espiritual. No es el valor de lo que se renuncia lo que cuenta; es la elevación del impulso detrás del acto.

Mientras uno está dominado por el placer de los sentidos, no se puede decir que haya comenzado su vida espiritual. Ahora, muchos claman por la experiencia de la bienaventuranza espiritual, pero pocos la ganan, pues se encuentran demasiado débiles para rechazar las exigencias de los sentidos. Un poco de indagación revelará que los sentidos son malos maestros y muy ineficientes fuentes de conocimiento; la alegría que traen es transitoria y llena de aflicción. El mero conocimiento no los proveerá del manantial de alegría en el corazón; sólo la contemplación del poder y de la majestad de Dios, vista en el universo, puede ser una fuente de alegría permanente. No hay dos personas que estén de acuerdo sobre cualquier cosa, sean hermanos o hermanas, compañeros de vida o padre e hijo. Es sólo como peregrinos en el camino hacia Dios que pueden estar de acuerdo de corazón y cooperar amorosamente.

Pueden ser peregrinos aun mientras están asistiendo a sus deberes diarios, sólo que deben sentir que cada momento es un paso hacia Dios. Hagan todo como dedicado a él, como dirigido a él, como trabajo para su adoración o para servir a sus hijos. Examinen todas sus acciones, palabras y pensamientos con este criterio: ¿Será esto aprobado por Dios? ¿Redundará esto en su gloria?

En la epopeya del Ramayana encuentran al padre, el emperador Dasarata, completamente embelesado por su joven esposa, que lo obliga a enviar a su hijo Rama al exilio en la selva durante catorce años; el hijo, sin embargo, es un seguidor tan fiel de la rectitud, que se lleva a su amada esposa a la selva en obediencia a las murmuraciones de un sector de su pueblo. El padre era esclavo de sus sentidos, pero el hijo era el amo de ellos. Dios aprobará al último y desaprobará al primero. Así también, aquellos que no tienen ninguna idea del Señor que está por encima y más allá de todas las convenciones humanas, pueden poner reparos ante algunas de las acciones de Krishna, pero aquellos que están conscientes de Su divinidad, comprenderán el verdadero significado.

Si se dedican a la glorificación del Señor, reverenciarán al cuerpo, a los sentidos, a la inteligencia, a la voluntad y a todos los instrumentos de conocimiento, acción y sentimiento como esenciales para el trabajo del Señor. Mientras otros estarán intoxicados de orgullo, el devoto estará intoxicado de amor inmaculado. Han oído que cuando el divino pastorcillo tocaba la flauta, hombres, mujeres y niños y hasta el ganado de Brindavan se apresuraban a correr hacia él, como atraídos por la irresistible magia de su música, de su divina melodía, que calmaba todas las turbias olas que llamamos alegría y aflicción. Dejaban todo el trabajo al que estaban dedicados: no tenían otro pensamiento que el logro de la divina presencia; las vacas dejaban de pastar, los becerros dejaban de beber leche. La historia de Krishna y de los pastores tiene un profundo significado interno. Brindavan no es un lugar definido en el mapa; es el universo mismo. Todos los hombres son pastores; todos los animales son vacas. Cada corazón está lleno del anhelo por el Señor; la flauta es el llamado del Señor; el juego llamado Rasakrida (la danza de Krishna en su niñez con las pastoras), en la que el Señor Krishna es descrito danzando con las pastoras a la luz de la luna, cada una tomando a un niño Krishna de la mano, es el símbolo del anhelo y los trabajos soportados por aquellos que tienen como meta llegar a su presencia. El Señor manifiesta esa gracia haciendo que cada uno de ustedes sienta que tiene al Señor para sí solo; no tienen que sentirse tristes porque no lo vayan a tener cuando otros sí lo tienen, ni deben estar orgullosos de tenerlo y de que nadie lo puede tener al mismo tiempo. El Señor está instalado en el altar de su corazón.

Ofrézcanle su ser entero, su vida entera; entonces esa adoración los transformará tan rápida y completamente que ustedes y él podrán fundirse en uno. Él piensa, siente y actúa como ustedes; ustedes piensan, sienten y actúan como él. Serán transformados, como la roca que cincela el escultor, en una estatua que merece la adoración de generaciones de hombres sinceros. En el proceso tendrán que soportar muchos golpes de martillo, muchas heridas del cincel, pues él, como el escultor, no hace sino liberarlos de su petrificación. Ofrezcan su corazón al Señor, dejen que el resto de ustedes sufra la transformación en sus manos. No malgasten el tiempo, la envoltura física o esta oportunidad de la vida, usándolos para fines nimios. Su peregrinación a este lugar en esta ocasión no es sino una parte del largo peregrinaje que emprendieron cuando nacieron y que incluso puede no terminar cuando se mueran. No olviden este hecho. Sean puros, alertas y humildes como deben ser los peregrinos. Atesoren las cosas buenas que ven y las verdades básicas que oyen. úsenlas como apoyos e impulsos para las siguientes etapas del viaje.

No sirve de nada si meramente reconocen que el Señor ha venido y no anhelan beneficiarse del advenimiento. En edades anteriores, en lo que se llaman los yugas de Krita, Threta y Dwapara,* las encarnaciones del Señor no eran aceptadas como tales por muchos. Aun sus padres, parientes y compañeros vacilaban en adorarlas. Sólo unos pocos sabios, que habían cultivado la visión interna por medio del estudio y de las prácticas espiritua . les, conocían su realidad. Pero hoy en día, cuando las corrientes de contradicción y controversia están minando la fe y la adoración, el que la buena fortuna los haya traído cara a cara conmigo es algo que ustedes deben agradecer al mérito ganado a través de muchas vidas. No hay ninguna buena fortuna. Esta encarnación se está moviendo entre ustedes, cantando con ustedes, hablándoles, compartiendo con ustedes su alegría y dolor a fin de consolarlos, alentarlos, curarlos. Esta relación es algo único; debe ser mantenida sin interrupción hasta llegar a la meta.

Los devotos que están apegados a mí tienen una responsabilidad especial. El vicerrector, doctor Gokak, se refirió en su discurso a mi instrucción de que nadie debe recolectar fondos para ninguna empresa relacionada con mi nombre. Quiero que ustedes reemplacen el anhelo por el dinero con el anhelo por la Rectitud. Anhelen el dharma (rectitud), no dhana (la riqueza). No extiendan su mano ante el hombre, sino pídanle al Señor y él la llenará de tesoros sin precio. Tengan esa fe y sigan adelante.

Quiero ahora hacer mención de una carta que me escribió el doctor K. M. Munshi. Él ha sido un gran seguidor de Gandhi y uno de los arquitectos de la India libre; es un famoso escritor de Gujarat, fundador de la Bharatiya Vidya Bhavan, institución dedicada a la revitalización de los valores permanentes de la cultura india. Ha escrito que él vino, vio y fue vencido. Claro está, lo que sucedió realmente fue que su amor se fundió en el mío, su bienaventuranza se fundió con la mía, y está feliz más allá de toda expresión. Él sugiere en esa carta que, al igual que hay algunas fechas celebradas en el mundo entero como días santos, mi cumpleaños sea un día santo mundial; me pidió que bendijera este plan de hacer este día un día de adoración a Sathyanarayana en el mundo entero. Aprecio su afecto y devoción, pero yo no aliento esta clase de adoración de un solo nombre y una sola forma, y en este caso, de sólo mi nombre y mi forma actuales. No tengo ningún deseo de atraer a las personas hacia mí alejándolas de la adoración de mis otros nombres y formas. De lo que ustedes llaman mis milagros pueden inferir que estoy causando que ellos los atraigan y se apeguen a mí y sólo a mí. No son con la intención de demostrar o publicitar; son meramente pruebas espontáneas y concomitantes de la majestad divina. Yo soy suyo, ustedes son míos, para siempre. ¿Qué necesidad hay de atraer o impresionar para demostrar su amor o mi compasión? Estoy en ustedes, ustedes están en mí. No hay distancia ni distinción.

Ahora voy a izar la bandera de prashanti sobre este Prashanti Nilayam. La bandera es un símbolo muy significativo para cada uno de ustedes. Es un recordatorio de su deber consigo mismos y así, al izarla yo sobre este edificio, ustedes deben desplegarla en sus propios corazones. Les recuerda que deben superar los bajos impulsos y la ira y el odio cuando sus deseos son contrariados; los exhorta a expandir su corazón para que puedan abrazar a toda la humanidad y a toda la vida y a toda la creación dentro de su alcance; les ordena que aquieten sus impulsos y mediten calmadamente sobre su propia realidad interna. Les asegura que cuando lo hagan, el loto de su propio corazón va a florecer y de su centro se elevará la llama de la divina visión que garantiza prashanti, la paz infinita.

Debo también hablarles de ciertas disciplinas preliminares. Mientras están aquí, practiquen las tres disciplinas del silencio, la limpieza y la paciencia. La voz de Dios se puede oír en el silencio, no en el bullicio. Por medio de la limpieza pueden ganar la pureza; por medio de la paciencia pueden cultivar el amor.

Han venido hoy a su propio hogar. Éste es su hogar, no el mío; mi hogar es su corazón. Así que no traten de tomar su almuerzo en otra casa que no sea su hogar, donde ustedes reciben hoy el alimento consagrado por mí, la ofrenda, el prasad.

Bhagawan Sri Sathya Sai Baba

23 de Noviembre de 1968. Prashanti Nilayam. 43 años del advenimiento del avatar

OM SRI SAI RAM