Meditación en la luz

«La meditación es la base misma de toda disciplina espiritual»

Bhagawan Sri Sathya Sai Baba

 

La meditación es el procedimiento por el cual se dirige el pensamiento hacia Dios. El objetivo es recuperar la conciencia de la unidad con Dios. Esto implica identificarnos con quien realmente somos y no quien creemos que somos y quien los demás creen que somos. La meditación nos ayuda a purificar y controlar nuestras mentes y nuestro cuerpo, requisito previo para alcanzar el desapego.

La meditación en la luz es el sistema enseñado por Bhagavan Sathya Sai Baba. Este es el único sistema de meditación que debe transmitirse en los centros y grupos Sai. En el libro Dhyana Yoga y otros de Sai Baba podemos aprender todos los detalles relacionados con la meditación.

Oración versus Meditación

«Hay dos caminos para la satisfacción: oración y meditación. La oración te hace un suplicante a los pies de Dios. La meditación (dhyana) induce a Dios a bajar a tí y te inspira a levantarte hacia El; tiende a hacer que se junten, no coloca uno en un nivel más bajo y otro en un nivel más alto» (Sathya Sai Speaks 14, Capítulo 3, discurso del 6 de junio 1978).

Enseñando meditación

«Krishna exhortó a Arjuna a ignorar la diversidad en la unidad y a discernir la unidad en la diversidad. Hemos de comprender la naturaleza no dual del Alma en este mundo de multiplicidad.  La meditación capacita al hombre para aprehender esta unidad y para discernir tanto la Inmanencia como la Trascendencia de Brahman. Para que la meditación resulte más efectiva, habría de ser realizada cada día a una hora y en un lugar fijos, y de acuerdo a un procedimiento bien regulado. Hay veces en que esta rutina puede alterarse, como cuando tienen que salir de viaje, por ejemplo, ya que entonces no podrían llevar a cabo la meditación en el lugar habitual ni de acuerdo al procedimiento normal. Sin embargo, es necesario procurar que se lleve a cabo precisamente a la hora ya fijada cada día. Si la meditación se realiza diariamente a la hora correcta, la mente llevará al cuerpo sutil hacia el entorno usual y hará que, internamente, el individuo pase por las regulaciones prescriptas, obviando de esta manera cualquier sensación de alienación que pudiera surgir en un sitio nuevo» (Divino Discurso del 31 diciembre 1979).

Horario para la Meditación

La hora ideal para dedicarse a la meditación es la del Brahmamuhurta, vale decir, el período que comienza hacia las 03:00 y termina hacia las 06:00 de la mañana. Literalmente, Brahmamuhurta significa el tiempo de Brahman. Habrán de elegir una hora determinada durante este período y meditar regularmente a la misma hora cada día. (D.D. 31 diciembre 1979)

Postura para la meditación

Adoptando una postura cómoda, habrán de sentarse bien derechos, como pára que el poder del Kundalini pueda moverse sin obstáculos. El poder del Kundalini se encuentra presente en el Muladhara Chakra del hombre como una energía divinamente radiante. Su fluir ascendente hacia el Sahasrara Chakra o el loto de los mil pétalos a través de los centros intermedios llamados Swadhishtana, Manipura, Anahata, Vishuddha y Ajna Chakras que corresponden, respectivamente, a las regiones del ombligo, el estómago, el corazón, la laringe y el «Bhrumadhya sthana» o la región del entrecejo, va llevando al hombre hacia varios niveles de conciencia y de despertar espiritual.

Durante la meditación, el aspirante espiritual no habrá de cerrar por completo los ojos ni abrirlos mucho. Deberá mirar la punta de su nariz con los ojos entrecerrados y concentrarse en la radiante energía divina del Ajna Chakra. En este estado de ánimo de dicha, mantendrá las manos en el Chinmudra, con los dedos pulgar e índice unidos por sus puntas y los restantes dedos de cada mano separados. El pulgar representa a Brahman. El índice representa al individuo. El Chinmudra simboliza la proximidad de Brahman y el jiva (el individuo). El jiva, en conjunto con sus gunas (atributos y cualidades) está condicionado por el tiempo. Dios, en cambio, está más allá del tiempo y, por ende, todos los gunas desaparecen cuando el jiva y Dios se hacen uno.

El propósito de la meditación es el de unir al jiva con Iswara. La esencia de «triputi» es la realidad unitiva integral del jiva (el hombre), Iswara (Dios) y Prakriti (el mundo). Adoptando el Chinmudra durante la meditación, es posible llegar a visualizar la divinidad del individuo y la unicidad en la diversidad.

Esta experiencia dichosa también puede lograrse renunciando al deseo por los frutos del karma. La renuncia a los frutos de la acción crea un especial lazo de Amor entre el Creador y el hombre. Supongamos que hemos contratado a un peón para nuestro jardín. Este trabaja mecánicamente desde la mañana a la tarde, cobra su salario y se va. En realidad, nunca se preocupa mucho del jardín. La dueña de casa, por otra parte, trabaja durante todo el día y aunque no recibe paga alguna, lleva a cabo sus deberes con una devoción desinteresada, sin esperar nada de su marido. El peón jamás podrá ser querido por el dueño de casa en la forma en que quiere a su mujer. Así también, aquel que lleva a cabo las acciones sin deseo alguno por sus resultados es el único a quien Dios quiere.

El cuerpo nace para llevar a cabo karma. El tiempo habría de ser empleado por el hombre para ejecutar actos sagrados. El tiempo es Divino. Dios es alabado como la encarnación del tiempo. Es por ello que debemos utilizar el tiempo para llevar a cabo un buen karma sin aspirar a los frutos que rinda. No obstante, la renunciación habrá de ser total y no solamente superficial.

Habrán de empeñarse para llegar a experimentar en la meditación la unicidad del Alma Cósmica y del Alma Individual. La unidireccionalidad por algunos momentos no significa meditación. La meditación es una concentración sostenida y la identificación con el objeto de la meditación. Si le dan alimento a un perro de manera continua por diez días a una hora en particular, es seguro que llegará en forma regular y puntualmente al día siguiente. Es bien conocida la lealtad de un perro. La fe es muy importante. De hecho, la fe es nuestro aliento vital. En otras palabras, la fe es nuestro «ánimo vital». La vida sin fe es como una muerte viviente.

En un comienzo, la meditación puede resultar fácil e interesante. Los primeros pasos serán alentadores. Mas, cuando empiecen a ascender a los peldaños superiores de la escala de la meditación, empezarán a aparecer obstáculos imprevistos. Sin embargo, uno no deberá dejarse descorazonar por estas dificultades inesperadas. Han de ser vencidos con coraje y convicción. Una persona no deberá emprender la práctica espiritual de la meditación sin una clara voluntad de llevarla adelante.

Para las personas de mentes más débiles existe una alternativa más fácil que la de la meditación. Habrán de sembrar las semillas del Amor en sus corazones. Deberán irradiar Amor Puro y compasión. El Amor Puro fomenta la Paz y la armonía entre los seres humanos. El Amor desinteresado pone en fuga a la envidia y la malicia. Cuando el corazón está lleno de Amor, no quedará lugar allí para el odio. Cuando el Amor es dirigido hacia Dios, se ve espiritualizado y sublimado en devoción. El corazón del hombre es como el juego «de las sillas vacías» en las que no puede sentarse sino una persona. Permitan que el Amor Puro e Inegoísta ocupe la silla y mediten en Dios. (D.D. 31 diciembre 1979)

Concentración, contemplación, y meditación

“La meditación representa la práctica a través de la cual el aspirante medita en Dios y, de esta manera, unifica los tres constituyentes: el objeto de la meditación (Dios), la persona que medita (el «yo» o individuo) y el proceso (la meditación misma). La combinación y unificación de los tres es la meditación. En estos días se interpreta mal su proceso y su significado y se los hace equivaler a la concentración o la focalización de la mente en un solo propósito” (Divino Discurso del diciembre 1973).

No necesitamos meditar para lograr concentración. De hecho, estamos concentrándonos todo el tiempo. El beber, el comer, el escribir, el leer y el caminar exigen concentración. La concentración se refiere a algo que está subordinado a los diferentes sentidos de la percepción: oído, tacto, vista, gusto y olfato. Si van a leer un diario, los ojos tendrán que verlo, las manos tendrán que sostenerlo y, por último, la mente sintetizará todas las percepciones. Sólo cuando se conjugan todos estos actos por medio de la concentración, podemos leer el diario. Si salimos a caminar por la carretera, tendremos que estar atentos al tránsito y tendremos que mantenernos alertas frente a la existencia de obstáculos, hoyos, serpientes o escorpiones. Así también se requiere de gran concentración para conducir un automóvil. Pero este tipo de concentración que nos es familiar en lo cotidiano, no puede llamarse meditación. Lo que se denominará «meditación», se dará cuando tengan como objetivo lo Divino, el elevarse por sobre los sentidos y mantener a la mente muy por encima de los órganos sensoriales. De este modo, la meditación es superior a vuestros órganos sensoriales, en tanto que la concentración está supeditada a ellos. (DD diciembre 1973)

Tenemos entonces tres niveles, concentracion, contemplacion y meditacion. Concentracion es aquello quue tu piensas que eres. Contemplacion es aquello quue otros piensas que tu eres. Y la meditacion nos permite realizar aquello que realmente somos.

Estos son consejos directos que Dios Swami en el Divino Discurso del 21 de noviembre de 1979:

«Para llegar a la esencia misma de Dios, primero debemos alcanzar la esencia de nosotros mismos, pues nadie puede conocer a Dios a menos que se conozca a sí mismo.

Después de sentarse en una postura firme y cómoda y luego de calmar la respiración, se procede a la práctica de retirar los sentidos de percepción de los objetos correspondientes y de purificar todos los órganos del cuerpo. La luz es el elemento más apropiado, pues purifica y desvanece la oscuridad. La luz o llama ha de recorrer todo el cuerpo para purificar nuestros miembros y sentidos; enseguida se coloca en el loto del corazón. Aquí se instala, además, en medio de la llama, la forma del ideal divino con el propósito de practicar la concentración. Ésta nos conducirá a la meditación y finalmente al samadhi (el estado de fusión con Dios, el Supremo Ser).

Antes de empezar a meditar, para serenar los pensamientos dispersos, repitan en voz baja o mentalmente algunas oraciones que alaben la gloria de Dios. Después hagan japa (repetición del Nombre Divino de su preferencia), una o dos vueltas del Japamala`; mientras lo hacen, lleven a su mente la forma del nombre que están repitiendo. Si sus mentes se alejan de la recitación del nombre, visualicen la forma, y cuando se aleje de ésta, fíjenla en el nombre. Concéntrense en la dulzura de una o del otro. De esta manera, la mente se domina con facilidad. La Forma Divina visualizada, que en un principio sentimos fría e insensible, llega a transmutarse en una imagen clara a nuestro corazón, la cual nos hace vibrar emocionalmente, grabándose en nuestra memoria; gradualmente logra llenarse del Señor y éste llega a asumir la forma elegida con el fin de safisfacer nuestro anhelo. Este tipo de práctica es la mejor para los principiantes. Se le denomina japa sahiti dhyana. Después de unos días de práctica constante sentirán el gozo de la concentración. Al principio practiquen lo anterior por espacio de 10 ó 15 minutos, luego prolónguenlo a su gusto. Enseguida pueden reflexionar sobre la paz y felicidad que experimentaron durante la meditación, es decir, traigan a la memoria la dicha que sintieron. Esto fortalece su fe e incrementa su práctica. Al terminar no se levanten de forma brusca; relajen sus extremidades lenta y gradualmente y luego inicien su rutina diaria.

No se desanimen si desde el principio no son capaces de concentrarse por mucho tiempo. Cuando se aprende a conducir una bicicleta no se tiene la habilidad de conservar el equilibrio de inmediato. Se busca un lugar abierto y después de algunos intentos y algunas caídas, tambaleándose hacia uno y otro lado, se adquiere destreza, una vez aprendido esto nunca más se vuelven a preocupar por guardar el equilibrio; pueden ir en bicicleta por caminos estrechos o calles muy concurridas. Así también, la práctica de la meditación los dotará de la habilidad de concentrarse. Ella los sostendrá en su vida diaria y en los momentos más difíciles.

La Meditación en la Luz (jyothi)  

Existen tantas formas de meditar como maestros e instructores. A continuación les voy a enseñar el método más universal y efectivo que existe. Éste es el primer paso de la disciplina espiritual. Dispongan unos cuantos minutos cada día para este ejercicio y vayan prolongándolo conforme experimenten la dicha que les proporciona su práctica. Háganlo antes del amanecer, cuando el cuerpo está fresco después del descanso del sueño y las agitaciones del día aún no los han poseído. Tengan una vela o una lámpara con una llama firme y recta. Siéntense en postura de loto o en alguna otra que sea cómoda para ustedes enfrente de la vela. Concentren la mirada en la llama sin parpadear durante determinado tiempo, cierren los ojos y traten de sentir la llama en el entrecejo; háganla descender hasta el loto del corazón iluminando todo a su paso. Cuando entre en el corazón imaginen que los pétalos de loto se abren y que la luz baña cada pensamiento, sentimiento y emoción alejando la oscuridad.

Ante la luz no hay lugar donde la oscuridad pueda reinar. La luz de la llama se vuelve cada vez más brillante. Dejen que penetre en las extremidades; ahora esas extremidades ya no pueden ocuparse en actividades oscuras y perversas; se han convertido en instrumentos de luz y amor. Permitan que la luz llegue a la lengua y desvanezca la falsedad que reina en ella. La llama llega a los ojos y oídos y ahí destruye los bajos deseos que los infestan con escenas malsanas y conversaciones pueriles. Ahora permitan que la cabeza se llene de esa luz y ahuyente de ella los malos pensamientos.

Sientan que la luz dentro de ustedes, conforme realizan su ejercicio, va aumentando en intensidad, y se extiende a su alrededor en círculos cada vez más amplios, abarcando a sus seres queridos, parientes, amigos, hombres y mujeres, conocidos y extraños, y envuelve hasta sus rivales y enemigos, dondequiera que se encuentren; todos los seres vivientes, el mundo entero.

Debido a que cada día la luz ilumina todos sus sentidos, tan profunda y sistemáticamente, pronto vendrá el día en que ya no podrán complacerse con espectáculos pecaminosos o anhelar escuchar historias oscuras y falsas o ansiar alimentos y bebidas intoxicantes o acudir a lugares dañinos o idear planes malévolos en perjuicio de los demás. Quédense ahí, con esa sensación, y sean testigos de la luz omnipresente. Si acostumbran adorar a Dios en alguna de sus formas, traten de visualizarlo en esa luz todopermeante. La luz es Dios y Dios es la luz.

Practiquen esta meditación tal y como se las he recomendado con regularidad y a diario. En diferentes horas del día repitan el Nombre de Dios teniendo siempre conciencia de su poder, misericordia y magnificencia».

OM SRI SAI RAM